Guitarra Negra (poema)

Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra
Cómo haré para que sientas mi torpe amor
Mis ganas de sonarte entera y mía
Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto
Tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente
Tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro
Tus parientes cantores, tus tres almas
Conversadoras como niñas

Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro
Sin testigos, sin manos que te ofendan
Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra
Mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos
Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre
Sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte
De ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas

Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa
Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido
Cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí
Cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas
Cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos
Cuando no había televisión, ese mundo a los pies
Violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco
Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado
Buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera
Las siestas clandestinas, los plátanos del barrio
Asesinados, tallados en el alma
Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía
Mis amigos, sus nombres, las noches de café Montevideo
Las encomiendas por la Onda con olor a estofado
Revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir
Revisando a mi madre, su hemiplegia, al Uruguay batllista
A Aristides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera
Bajo mortaja, bajo vinos y versos interminables
Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono
Distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro
Los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan
Sus pies y manos múltiples
Sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión
Y no halló nada
No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre ni a mi madre
Ni a Marx, ni a Aristides, ni a Lenin, ni al Príncipe Kropotkin
Ni al Uruguay ni a nadie
Ni a los muertos Fernández más recientes
A mí tampoco me encontró
Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida
Pasé frente al Nocturno y la vida había pintado unos carteles
Pregunté en una esquina por la hora
Y en la bolsa del hombre que me dijo la hora
Iba la vida, junto con su almuerzo
Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas
Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa
Por todas las ventanas de todo el barrio
Por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles
Por todas las ventanas de los hospitales
La noche entrará, cabeceando, saltará para adentro
Sombra a sombra a la luz del farol
Y se echará en el piso como un perro
Y aguardará hasta la madrugada
Hoy
Dejaré las puertas y las ventanas de mi casa
Abiertas, para siempre
Mi corazón está mejor situado que mi casa
Mi casa, más cercada que mi barrio
Mi barrio, cercado por mi pueblo
En mi barrio vive el Presidente
Cercado por un muro casi derrumbado

Temblando, con el frontal partido con el marrón
Por el marronero, cae sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res
Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento
Balando al descuajarse su osamenta, ya solo un pobre costillar enorme
Ya solo un pobre cuero y sangre, media tonelada de huesos astillados
Hincados en toda esa vida temblorosa y atónita
Ahí se va alzando, como un pesadopingajo
Atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba
Que la alza por un hojal abierto en el garrón de un cuchillazo
En plena estupidez sentimental
En plena media tonelada de monstruoso dolor
Incomprensible, absurdo, balando, plañidera y tonta
Como un escarabajo que no piensa
Mientras medita lentamente por qué duele tanto
Y por qué duele qué parte de quien es ella misma, la res
Abierta al descuartizamiento atroz por todas partes
Que nunca habían dolido y que eran tantas partes, tan extensas
Y que pastando nunca había dolido
Haciendo leche, esperma, músculos, crin y cuero y cornamenta viva
Que eran la vida misma manando hacia sus adentros
Vibrando tiernamente como un Sol cálido hacia sus adentros
Y nunca habían dolido
Ya está colgada
Las patas delanteras se enderezan, se endurecen
Y avanzan hacia adelante y hacia arriba
Implorantes y fatalmente rígidas
Rematadas en cortas pezuñas que hace un instante
Amasaban el barro del corral, el estiércol de otros cien balidos
Dinosaurios del siglo de las máquinas, nacidos para morir de un marronazo
Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: Uruguay for export
Aquella res, que murió de un marronazo, cayó y tembló todo el frigorífico
Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente
De dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo desconfiando
Porque allí no había pasto, alcanzó a comprender que había otra res delante
Balando, que ya se la llevaba el gancho
Y cayó detrás, también, y el cemento tembló bajo esos huesos
Aquella otra res, que esquivó el marronazo y que cayó también
Con un ojo reventado una guampa partida, deshecha
También cayó y tembló la tierra, tembló el marrón, tembló el marronero
La res, murió temblando de dolor y de miedo
De un marronazo en plena frente for export del Uruguay

En la punta del agua, una flor blanca, luminosa
De quince dólares, se hace chispa, se abulta
Se diluye, chorrea entre otras flores más pequeñas
Llora, se agita, la catapulta en chorro de agua
Y sube como bola en el aire
Está naciendo siempre
Mientras el agua canta en esa fuente de la boite
Entre aplausitos, al compás de la orquesta, blanda flor blanca
Acuosa, nostalgiosa en el aire
Subida en los aplausos como espitada, hendida, empitonada
Gime y llora en la noche, tira estrellas bailando bajo el humo
Renace, llora por el chorro azul-blanco de la fuente
Como si fuera planta que la cría -y que no es-
Y sin embargo, así seguirá abriéndose, muriendo, hinchándose y flotando
Mientras dure la noche, su belleza infantil de ingeniería
Su blando corazón bajo el foquillo fijo y lechoso
El gringo, el chorro de agua a precio
El aire de importación, esas hembras, el mozo, esos señores

Hace un buen rato ya que doy trabajo
Y vengo acostumbrándome al desuso de mi alma
A la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios
A las malas costumbres de mis canciones
Que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, guitarra negra
Hoy reanudo en un cómico enderezo la hora de ayer parada en su nostalgia
Me hacen sufrir las alas que me puse para volar
Mas grito y se alzan, gimo y me acompañan
Río y baten de a dos, como que están amándose y se odian
Sin embargo mis dos alas se odian, se enderezan
Se hacen amigas mías para llevarme por todas partes
Allá está la canción, aquí la nada
Más allá el pueblo y más acá el amor
Pero el pueblo está también más acá
Y antes estaba allá también, detrás del pueblo el pueblo
Hemos viajado por todos mis caprichos y el pueblo hozando el piso
Amándose con alas como las mías
Odiando su destino, odiándome y amándome sin alas
Con millones de pies, con manos y cabezas y lenguas
Y sus mil bocas dicen: Ahora, la suerte ya está echada

La mariposa viene hacia mí en la calle
En el aire húmedo, por el aire húmedo bailando
Por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente
Y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte
Y que no buscaba la muerte también vi
Porque no era mariposa de la cudad de hierro
Ni nacida para eso, sino que era mariposa nada más
En la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fatalmente
Buscando en ese bailar loco y frágil un ala
Un grano, una pizca de polen en el cemento
Porque la mariposa nace y no aprende nada
Hasta que muere en cualquier sitio
Herida de muerte por su semana justa
Por su tiempo preciso, por su sórbito de vida ya bebida
Eso no es tan triste
Triste es ver su cadena de huevos en el hollín
Depositados junto a un río de aceite
A la sombra de las altas paredes de cemento
Su cadena de huevos de seda

Hago falta
Yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco, si no estoy
Siento que hay un sitio para mí en la fila
Que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta
Que defraudo una espera
Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero
El amor del que me aguarda lastimado
Falta mi cara en la gráfica del pueblo
Mi voz en la consigna, en el canto, en la pasión de andar
Mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo
Los 7 ojos míos en la contemplación del mañana
Mis manos en la bandera, en el martillo, en la guitarra
Mi lengua en el idioma de todos
El gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos

Cómo haré para tomarte en mis adentros
Guitarra, guitarra negra
Dice Enrique, mi hermano, que hay cierto perro hundido
Que se lame mansamente y nos lame
Lamiéndose una herida quieta allá al fondo
Sentado en su escalón
Y dice más mi hermano el otro Enrique, en Praga
Dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra
Darte lo que de vida tengan mis urgencias
Será amar más y más a Jaime
Amarlo, más de veras
Por su alma, su propio perro mordedor bajo el garrote
El cable, el puñetazo, la bolsa de arpillera, el plantón y el insulto
La olvidada mejilla que no ponen ni él ni nadie a golpear
Sino con hambre y Rita y José Luis
Con Gerardo y Raúl y Rosa y Sara y Mauricio
Y por todos nuestros muertos
Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste
Ladrador, campesino, a veces manso o vigilante
Que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe
Cual casi todo perro popular
Vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes
Hasta morir también
Tal vez un día
De soledad y rabia
De ternura
O de algún violento amor
De amor
Sin duda

Violão Preto (poema)

Como te levarei para dentro, guitarra
Como te farei sentir meu amor desajeitado
Meu desejo de te soar inteira e minha
Como se toca sua carne de ar, seu toque perfumado
Seu coração sem fome, seu silêncio na ponte
Sua quinta corda, seu bastão masculino e escuro
Seus parentes cantores, suas três almas
Conversadores como garotas

Como alguém pode amar vocês sem dor, sem pressa
Sem testemunhas, sem mãos que os ofendem
Como chegar até vocês, meus amados homens e mulheres, violão
Amores dos meus outros, minha certeza de te amar como poucos
Como dar-te todos aqueles nomes e esse sangue
Sem inundar o teu coração de sombras, tremores e morte
Cinzas, solidão e raiva, silêncio, lágrimas idiotas

Hoje a morte procurava algo entre os meus livros
Hoje à tarde ele caminhou, entre papéis, descobrindo como estou
Como tem sido a minha vida, quanto tempo perdi
Como escrevia quando havia verdureiros que vinham das fazendas
Quando tinha duas namoradas, um jopo fofo, dois pares de sapatos
Quando não havia televisão, aquele mundo a meus pés
Violento, imbecil, opressor, aquele romance malandro escrito por um louco
Hoje a morte caminhava entre meus livros procurando meu passado
Procurando o Verões de 40, os meninos embaixo da mangueira
Os cochilos clandestinos, as bananas do bairro
Assassinados, cravados na alma
Hoje, a morte conferia minha passagem de bonde
Meus amigos, seus nomes, as noites de café de Montevidéu
As encomiendas por la Onda com cheiro de ensopado
Checando meu pai, sua Berreta, seu Baldomir
Checando minha mãe, sua hemiplegia, o batllista Uruguai
Querido Aristides, meus amados anarquistas sob bandeira
Sob mortalha, sob vinhos e versos sem fim
Hoje a morte andou checando os ruídos do telefone
Diferentes sob os dedos indicadores, as fotos, o termômetro
Os mortos e os vivos, os fantasmas pálidos que me habitam
Suas múltiplas mãos e pés
Seus olhos e dentes, sob suspeita de subversão
E ele não encontrou nada
Não conseguiu encontrar Batlle, nem meu pai nem minha mãe
Nem Marx, nem Aristides, nem Lenin, nem Príncipe Kropotkin
Nem Uruguai, nem qualquer outro
Nem o falecido mais recente Fernández
Ele também não me encontrou
Eu tinha pegado um ônibus para o Cerro e estava sentado ao lado da vida
Passei pelo Nocturno e a vida pintou alguns cartazes
Eu perguntei em um canto sobre o tempo
E na bolsa do homem que me disse que o tempo
Era a vida, junto com o seu lanche
Hoje vou deixar as portas e janelas da minha casa, abertas
E a noite vai entrar todas as janelas de minha casa
Por todas as janelas de todo o bairro
Por todas as janelas de todos os quartéis e todas as prisões
Por todas as janelas dos hospitais
A noite vai entrar, balançar a cabeça, vai pular para dentro
Sombra a sombra à luz da lanterna
E ele se deitará no chão como um cachorro
E esperará até o amanhecer
Hoje
Deixarei as portas e janelas da minha casa
Abertas, para sempre
Meu coração está melhor situado que minha casa
Minha casa, mais cercada que meu bairro
Meu bairro, cercado por meu povo
O presidente mora no meu bairro
Cercado por uma parede quase desabada

Tremendo, com a frente fendida pelo marrom
Pelo acastanhado, cai sobre as costelas, pesado como um mundo, o boi
Cai com estrondo, de bruços no cimento
Bala quando seus ossos se desmembram, e só um pobre e imensa cremalheira
E só um pobre couro e sangue, meia tonelada de ossos estilhaçados
Presa em toda aquela vida trêmula e atônita
Lá se ergue, como um puxão pesado
Preso pela perna por um gancho que pula acima dela
Que a levanta por uma guarnição aberta no jarrete de uma faca
Em plena estupidez sentimental
Em meio a meia tonelada de dor monstruosa
Incompreensível, absurda, balindo, choramingando e boba
Como um besouro que não pensa
Enquanto medita lentamente porque dói tanto
E por que dói a parte de quem ela é, a carne
Aberta a um desmembramento atroz por toda parte
Que nunca fez mal e que existiram tantas partes, tão extensas
E aquele pastar nunca fez mal
Fazer leite, esperma, músculos, crina e couro e chifres vivos
Que eram a própria vida fluindo para dentro
Vibrando ternamente como um Sol quente para dentro
E eles nunca doeram
Já está pendurado
As patas dianteiras endireitam-se, endurecem
E avançam e para cima
Implorando e mortalmente rígido
Arrematado em cascos curtos que há instantes
Amassam o lodo do curral, o estrume de uma centena de outros balidos
Dinossauros do século das máquinas, nascidos para morrer de um golpe castanho
Agora é carne azul pendurado na geladeira: Uruguai para exportar
Aquele gado, que morreu de golpe amarronzado, caiu e toda a geladeira estremeceu
Aquele outro gado que recebeu o golpe amarronzado na testa cheia
Dois dedos de espessura, enquanto ele entrou no tubo desconfiado
Porque ali não tinha capim, ele conseguiu entender que tinha outro bife na frente
Balindo, que o anzol já tava tirando
E ele caiu para trás também, e o cimento tremeu embaixo daqueles ossos
Aquele outro bife, que se esquivou do brownie e caiu também
Com um olho quebrado caiu também uma guampa quebrada e desfeita
E a terra tremeu, a marrom tremeu, a marrom tremeu
A carne morreu tremendo de dor e medo
De uma grande cor marrom na testa para exportação do Uruguai

No topo da água, uma flor branca, luminosa
De quinze dólares, torna-se cintilante, incha
Dissolve-se, goteja entre outras flores menores
Chora, sacode, catapulta-a em um jato d'água
E sobe como uma bola no ar
Está sempre nascendo
Enquanto a água canta naquela fonte da boite
Entre aplausos, ao ritmo da orquestra, flor branca suave
Aguada, nostálgica no ar
Subindo nos aplausos como um apito, fenda, empitonada
Ela geme e chora à noite, joga estrelas dançando sob a fumaça
Renasce, chora pelo jato azul-esbranquiçado da fonte
Como se fosse uma planta que a levanta -e que não é-
Entretanto, é assim que continuará a abrir, morrer, inchar e flutuar
Enquanto durar a noite, sua beleza infantil de engenharia
Seu coração mole sob o bulbo fixo e leitoso
O gringo, o jato d'água a preço
O ar importado, aquelas mulheres, o noivo, aqueles cavalheiros

Já faz muito tempo que estou trabalhando
E me acostumando com o desuso da minha alma
Com a razão do inimigo, com meus sessenta cigarros por dia
Com os maus hábitos das minhas músicas
Que de alguma forma sempre foram nossas, sabe, violão preto
Hoje eu retomo em um quadrinho endireito a hora de ontem parado em sua saudade
As asas que coloco para voar me fazem sofrer
Mas eu grito e elas sobem, eu gemo e elas me acompanham
Eu rio e elas se batem de dois em dois, como se se amassem e se odiassem
Porém minhas duas asas se odeiam, se endireitam
Se tornam meus amigos pra me levar pra todo lugar
Tem a música, aqui não tem nada
Além da cidade e mais aqui amor
Mas a cidade também é mais aqui
E antes era lá também, atrás da cidade as pessoas
Percorremos todos os meus caprichos e as pessoas enraizando a terra
Amando-se com asas como as minhas
Odiando o seu destino, odiando-me e amando-me sem asas
Com milhões de pés, com mãos e cabeças e línguas
E suas mil bocas dizem: Agora, a sorte já está lançada

A borboleta vem a mim na rua
No ar úmido, no ar úmido dançando
No ar opressor, sinistro, dançando no ar quente
E vi que não era eu que ela procurava, mas a morte
E que eu não estava procurando a morte eu também vi
Porque não era uma borboleta da cidade de ferro
Nem havia nascido para isso, mas era apenas uma borboleta
Na cidade, presa e já morta de antemão, fatalmente
Procurando Nessa dança louca e frágil uma asa
Um grão, uma pitada de pólen no cimento
Porque a borboleta nasce e nada aprende
Até morrer em qualquer lugar
Mortalmente ferida pela sua semana
Pelo seu tempo preciso, por sua vida sórdida já bêbado
Isso não é tão triste
Triste é ver sua cadeia de ovos na fuligem
Depositada ao lado de um rio de óleo
Na sombra dos altos muros de concreto
Seu corrente de ovo de seda

Estou com saudades
Sinto que a vida fica agitada nervosa se eu não apareço, se não estou
Sinto que há um lugar para mim na fila
Que você vê aquele vazio, que falta um fôlego
Que eu decepciono espera
Sinto a tristeza ou a raiva não expressa do companheiro
O amor de quem me espera, ferido
Meu rosto está faltando no gráfico da aldeia
Minha voz no slogan, na música, na paixão de caminhar
Meu pernas na marcha, meus sapatos pisando no pó
Meus 7 olhos na contemplação do amanhã
Minhas mãos na bandeira, no martelo, no violão
Minha língua na linguagem de todos
O gesto de meu rosto na profunda preocupação de meus irmãos

Como vou te levar dentro de mim
Violão, violão preto
Enrique, meu irmão, diz que tem um certo cachorro afundado
Que nos lambe e lambe delicadamente
Se lambendo, uma ferida parada ali no fundo
Sentado no seu degrau
E meu irmão fala mais do outro Enrique, em Praga
Diz que amar você com certeza, torná-la inteiramente feminina
Dar-lhe o que minhas urgências
Têm na vida será amar Jaime cada vez mais
Amá-lo, mais de verdade
Por sua alma, seu próprio cachorro mordendo sob o porrete
O cabo, o soco, o saco de estopa, o suporte e o insulto
A bochecha esquecida que nem ele nem ninguém colocou bateu
Mas com fome e Rita e José Luis
Com Gerardo e Raúl e Rosa e Sara e Mauricio
E por todos os nossos mortos
E eu aprendi, violão, que esse outro cachorro que você criou
Latindo, camponês, às vezes manso ou vigilante
Que rói o próprio osso no escuro e rosna
Como quase todo cachorro popular
Percorrerá seus caminhos largos, suas milongas sangrando
Até morrer também
Talvez um dia
De solidão e raiva
De ternura
Ou de algum amor violento
De amor
Sem dúvida

Composição: Alfredo Zitarrosa